Wednesday, October 12, 2005

CUENTO QUE TE CUENTO

Existe un hombre mirando el cielo en busca de la señal, aquella que le hará vivir un poco mejor este año. La tierra bajo sus pies
furiosa, encolerizada lanza improperios ardientes.

El hombre traga su propia saliva, única forma de refrescarse.

El sudor que le escurre por el cuerpo es demasiado salado. Beberlo no le pasa por la mente -además de que le daría mas sed, es parte del secreto,ése que decían algunos, el de los viejos, el de que agua atrae mas agua, -ése que otros llaman de las afinidades electivas-, pero el hombre no sabe de esto; simplemente espera.

El azul profundísimo del cielo.

Ni una sola mancha que lo opaque. Ni una sola insinuación de que le han escuchado.
- Bin c’an cutic- murmura para sí.

Guarda el gérmen en su morral colorido.
-Pajel, pajel- se dice.

Bajo el ojo amarillo de C’ahc’al camina llevándose piedras entre los dedos. El hombre permanecerá esperando, pero no lo hará dormido.

En vela ofrece una fórmula, esta vez infalible.

Luces-cruces en todos los puntos clave, santuarios de su pueblo.

En ellos, junto a sus viejos, sus viejas (El Coro) entonarán juntos
otra vez su canto triste.

Su herencia viviente Música y baile.

Y espera por cuatro, cinco meses.


Ni una sola nube.

El hombre una noche recibe en la montaña el aviso.

Ya no espera mas y así solito, se consume de la misma forma que las velas ofrecidas.

Al alba se apaga el fuego.

Ha’al arrasa al atardecer con lo que halla a su paso.

Ya nadie espera, el agua se llevó todo el pueblo.

(El cielo se tornó negro, de un negro cerrado).

En tu vigilia eterna

Porque me parece imposible no quererte en el alba,
Cuando despiertas y traes un halo, un aro, una corona
De luz que le has robado a un sueño.

Y sonríes y me miras y te vas con el gato y te mueves con el ritmo
de todo lo que se levanta.

Y tu cuerpo cubierto con el espejo de la noche
Revela vuelta del inframundo
Transpira siglos e instantes nuevos
Únicos .
Como cada mañana, en la vigilia que hace que tornes ya con la luna, Venus, Júpiter,
El río
Una gorda nube de azúcar
O el azul del cielo enredado en tu cabello.

Entonces sé que en esa profundidad intocable de anoche
Remojada en el Nilo miraste al frente,
Tu reflejo, otra dimensión de ti.
Acuática y frágil.
Y viste a otro.
Que en trampa líquida
Abrió su mano, mostró tu ombligo
Y te sumergiste
Buscando aquello que te quitaron, quién sabe cómo,
Luchaste a muerte
Y en tu carrera
Como cada una de las noches que vas a él,
sin darte cuenta
arrastrando estrellas
arrancadas con fuerza a quien quiso retenerte
devolviste al centro lo que el gemelo había arrebatado de tí
a plena luz, en la primera luz de tí.
Como intenta hacerlo cada día, para volverte a Las Aguas de su eterna alegría.
Sabiendo siempre que volverás y envolverás con tu rocío,

el árbol viejo de mis recuerdos.

Sueño de Martin Luther King

Fui contagiada de un sueño,
De un hermoso sueño de amor.

Soñé un hombre fuerte que me decía
“libres al fin, libres al fin, libres al fin”.

Y me enseñó sus cadenas rotas
Sus llagas curadas
Sus lágrimas secas
Lágrimas de un continente,
Donde se caza igual a los hombres que a las bestias.

Ya no más niños sobresaltados por la noche
Ya no mas bombardeos ominosos
Ya no más muertes de inanición
Ya no más la vergüenza del silencio.

¿estás seguro? ¿libres? ¿al fin?

(El fin justifica los medios)
(el sueño tambien es un medio)

El fin vendrá cuando dejemos de interesarnos
Cuando termine de dolernos,
Cuando ensimismados y automatizados
Dejemos de creer
Que podemos construir algo mejor
Que existe algún otro lugar a donde vamos
Que juntos somos algo,
Que separados seguimos siendo.



Vendrá cuando sigamos proclamando
Que los colores y los rasgos son un hecho
Que la diferencia la hace lo de afuera
Que no existe tal tierra prometida.

Soñé un hombre sabio que lloraba y decía:

“Tuve un sueño, tuve un sueño, tuve un sueño...”

Y el sueño eras tú
Hermano mío
Hermana mía

tu sueño era en colores
En olores
En sabores dulces
En paz en los rostros


Porque al fin eramos libres
Para soñar que teníamos un sueño


Y que un hombre hermoso
Nos decía
“Yo creo, yo creo, yo creo.”
Yo creo en la tierra prometida,
Y su nombre es Humanidad.






LilithSinTierra. IV/28/año del dragón

Imperfecto II

Sin saber de dolor fueron mis pasos
lejanías sin dejar de demostrarme
El error cometido de acercarme
Al oscuro rincón de mis fracasos.

Por estar yo tentando propia muerte
Desvanecióse el sol, mi única vida
Creyéndome las trampas de la suerte,
Perdí con la razón la gran salida.

Acompañé a las bestias inframundas
Y conocí el Mictlán enardecido
Me perdí en el placer de aguas profundas
Y a cambio tuve bien, mal merecido.

Fracasé con los mapas, con las líneas
Las ciencias se ocultaron bajo el ojo...
Hoy estoy sola, echado mi cerrojo


De mis pétalos muertos y mi peste celeste
Solo quedan recuerdos olvidados y azufre.



















LilithSinTierra
Julio del dragón chino.

Sin título uno

Me reservo este espacio en blanco para pensarme un instante: infinito y fugaz como mi ser en la nada sin mí ... y darme cuenta; yo soy como una imágen interminable de escher, soy las palabras que anteriormente escribí; borradas pero dichas, soy las que nunca escribiré en su quintaesencia invisible y presente. Soy el misterio del sol en tus ojos y del ojo implacable en el cielo, curiosa versión de tu mirada inocente.

Soy tus lágrimas saladas, el sudor de tu cuerpo, la sal de tu vida y la hiel de tu muerte...soy esa tarde lluviosa de agosto en tus montañas verdes, en las grietas de tu piel...el fuego encrestado de tus amaneceres. Àmbar de tus entrañas.
Soy el blues de tu cielo y el güiro de tus mares...

Anoche mientras escribía, caí en la cuenta de la complicidad que existe entre la noche y yo. Una especie de mutua resignación a nuestra soledad compartida, sabiendo que las estrellas sólo sirven para distraer a los amantes que, embelezados por la luz olvidan el perenne fondo que somos... al final del día y cuando se ha ido la luz el principio de la oscuridad rige la tierra, como ha regido siempre al cosmos. La oquedad que a mi mente producen las imágenes del día, los sonidos del día...los olores, los sabores del día forjan una pelota cristalina y dura. Una línea, un círculo infinito y perfecto. Vuelvo entonces al origen, a la causa. Dentro, (ahí reside) encuentro esa imágen que me aterra con su aplastante y cínica sencillez: la masa informe que toma el aspecto de un rostro cuyos rasgos se parecen al de cualquier persona, incluyéndome a mí misma.

Entonces me doy cuenta: soy todos los hombres del mundo y todas las mujeres del tiempo. Soy cada uno de ellos. Soy la nada que busca inútilmente en los anales de la humanidad.